Cuando estamos en plena luz, percibimos de manera diáfana el mundo exterior, y en muchas ocasiones estamos tan concentrados en el mundo exterior y en las ocupaciones diarias que no nos percibimos a nosotros mismos. Por el contrario, si entramos o tenemos que pasar por un sitio muy oscuro, progresivamente perdemos la noción del exterior y viene nuestra vivencia interna: inseguridad, quizás miedo, intranquilidad; es decir, percibimos con más claridad nuestras emociones y sensaciones. Surge en nuestro interior una necesidad de luz, aunque sea pequeña, que nos pueda servir de guía. Es a esta necesidad que apela este festival. En un estado de oscuridad física; una velita, un farol, nos puede ayudar.

En este festival, los niños y las niñas, en compañía de su familia, tienen la vivencia física de la oscuridad y de esa luz que nos alumbra el camino, guardan la luz en su interior hasta la llegada del equinoccio de invierno, cuando los días vuelven a ser cada vez más largos.

Simbólicamente, representa buscar la luz que cada uno de nosotros guardamos en nuestro ser, alimentarla para que no se apague; que nos brinde la fuerza e ilumine nuestro camino, ayudándonos a salir de nuestros estados de duda... de oscuridad.

La niña y su farol
(Cuento tradicional alemán)