//cdn.optipic.io/site-102395/component/jevents/eventodetalle/251/-WE_Logo.jpg

Calendario de eventos

Imagen de la categoría  Cuento de Adviento 24 - La fogata de los pastores
Lunes, 20. Diciembre 2021
 

Imagen: Natalya Yeshchenko

Imagen: Natalya Yeshchenko

 

La fogata de los pastores

 

En los campos ante los portales de Belén, brillaba una fogata.

A su alrededor se juntaron los pastores para calentarse, porque era invierno y las noches frías; estaban rodeados de sus ovejas que descansaban pacíficamente.

Sólo los perros vagaban sin cesar, vigilando el rebaño.

Qué bonito sería si ya no hubiesen lobos que amenazaran a los rebaños, exclamó con un suspiro Samuel.

Pero Jacobo movió la cabeza negando y contestó:
¡Deja de soñar!, mientras haya ovejas habrá lobos que las quieran desgarrar.

Entonces el viejo Elías levantó la cabeza blanca, miro a los dos con sus ojos claros, y dijo misteriosamente:
Quien sabe, quien sabe. He oído de una profecía, de que algún día los lobos van a pastar tranquilamente juntos con las ovejas.

¿Cuándo será eso?, preguntó rápidamente Samuel.

El anciano movió la cabeza pensativamente.
En el libro dice que un día nacerá el Hijo de Dios como hombre.
Entonces, toda la enemistad en la Tierra se acabará y va a reinar la paz entre los hombres y los animales.
Pero cuándo llegará ese día, nadie lo sabe
.

Los pastores se quedaron pensativos mirando el fuego.

De repente escucharon un canto tan maravilloso y dulce, que les entró hasta el corazón.

Cuando se voltearon, notaron en la calle a un hombre viejo y una mujer joven, abrigada con un manto azul, seguidos por un pequeño burrito.

La mujer venía cantando para el Niño que llevaba bajo el corazón, y una paz luminosa se extendió dentro de las almas que les escuchaban.

Los pastores les siguieron con los ojos por mucho tiempo, hasta perderlos de vista.

Cuando retornaron nuevamente al fuego, se dieron cuenta que también las ovejas habían dirigido las cabezas hacia Belén, y hasta los perros se habían quedado quietos, sólo con las orejas paradas.

De repente, Samuel estiró la mano cautelosamente hacia el rebaño y dijo en voz baja:
¡Miren allí! No es ninguno de nuestros perros; ¡Es el lobo!

Los demás pastores siguieron su indicación con la mirada y movieron la cabeza afirmativamente.

No cabía duda, el lobo estaba junto con las ovejas: igual que ellas, maravillado por el canto, estaba parado mirando hacia Belén.

La cara del anciano Elías comenzó a relucir:
Creíamos que el milagro del que hablábamos antes, iba a realizarse en un futuro lejano; y ahora parece estar muy cerca.
El Hijo de Dios viene al mundo; infalible es la señal: pacíficamente el lobo pasta junto con los borregos
.

Samuel se dirigió al anciano:
¿Cree usted, padrecito, que la joven mujer que ha cantado tan bellamente, era la Madre del Niño Jesús?
Por supuesto lo creo
, afirmó Elías, Ella debe ser la Madre de Jesús.

Y el viejo pastor tenía mucha razón.

  

 


En las semanas antes de la Navidad, muchas familias acostumbran adornar un "rincón festivo", en el que poco a poco nace aquél paisaje en que María y San José con el burrito están en camino a Belén. En la primera semana de Adviento sólo se extienden en un tela de color café, piedras naturales, y las más bonitas de ellas forman el sendero para la Madre de Dios. En la segunda semana se añaden las plantas (musgo y piñitas o algunas macetas con palmitas); en la tercera semana los animales, en primer término los borregos pastando, y finalmente en la cuarta semana, los hombres (es decir, los pastores cuidando a sus rebaños). Mientras tanto el paisaje crece, se pueden contar las pequeñas narraciones, que por sí mismas en el curso de las cuatro semanas, progresan desde los elementos hacia los reinos de las plantas, de los animales y finalmente al hombre.

La idea de estos cuentos es leerlos entre la familia. También es recomendable usarlos en las escuelas como Calendario de Advierto, que de un cuento al otro, en diario aumento va guiando hacia la Navidad. Para los niños más pequeños se sugiere escoger alguno entre los siete cuentos de la respectiva semana, y repetir éste durante una semana a la hora de la celebración. También los niños pueden representarlo, formando un teatrillo dentro del paisaje.

Al nacer estos pequeños cuentos, surgió en mí la alegría en espera de la Navidad. Sin embargo, no sólo ha despertado ganas de contar fábulas, sino también el deseo de llevar a los niños hacia un hecho que es esperado por todo el mundo. Espero que así cada día más, despierte en ellos el sentido de que la luz de la Navidad esté aumentando, hasta que en la Noche Buena brille en todo su esplendor.

Georg Dreissig

 
Volver