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Imagen de la categoría  Cuento de Adviento 15 - Por qué el burrito no quiso descansar
Sábado, 11. Diciembre 2021
 

Imagen: Natalya Yeshchenko

Imagen: Natalya Yeshchenko

 

Por qué el burrito no quiso descansar

 

Los burros son animales muy caprichosos, fuertes, resistentes, tercos y pueden cargar incansablemente. Sólo que a veces simplemente no tienen ganas.

En tal caso no sirve de nada ni rogarles, ni pedirles; cuando no quieren escuchar, no oyen.

Y cuando de todas maneras quieren obligarlos a que ayuden, plantan sus cascos en el suelo y ya puedes tratar de empujarlos o jalarlos, pero no los vas a mover de su lugar.

Cuando estés completamente desesperado, puede suceder que de repente se le pase el capricho, tan rápido como le ha llegado, y tu burrito nuevamente es aquella criatura más amable, fiel y trabajadora que te puedas imaginar.

Igual de caprichoso, terco y querido era el burrito de María y José; y el camino a Belén se les hubiera hecho más largo y complicado si no es porque el burrito se convirtió en un animal manso y pacífico.

Y he aquí, cómo sucedió:

Cuando José cargó al burrito con las pocas cosas que iban a necesitar en su camino, este no se movió, y se podía pensar que era el animal más dócil y suave de todo Nazaret.

Pero cuando José cogió el lazo para guiarlo, de repente plantó sus cascos en el suelo y no quiso dar ni un paso más.

José lo trató con cariños y luego con regaños, pero el burrito no se movía.

Entonces María hizo el intento, acariciándole entre las orejas y pidiéndole cariñosamente que se moviera y que les siguiera, porque el camino a Belén era largo y ya tenían que apurarse.

Pero el burrito con ganas siguió con sus caprichos; y todas las palabras fueron en vano.

En esta miseria intervino el Ángel Gabriel; sin que María y José lo pudieran ver, se acercó al burrito y le dijo:
Tienes razón de no querer ir a Belén porque eres pequeño y débil, y el camino se te va a hacer muy pesado.
Llamaré a unos ángeles para que en tu lugar lleven la carga; entonces tú te puedes quedar aquí para descansar
.

Sólo que es una lástima, añadió el Ángel, que entonces, tristemente no vas a poder escuchar cómo cantan los ángeles cuando nazca el Niño Jesús,
ni vas a probar la dulce paja del pesebre en el cual van a acostar al amado Niñito
.

¿Canto de Ángeles? ¿Paja dulce?... Y pensar que aquí estoy parado como tonto, haciendo caprichos mientras se me va a escapar lo mejor, pensó el burrito, que paró las orejas para escuchar:
Sí… ya podía percibir algo del cántico de los ángeles. Luego, estiró la nariz olfateando hacia arriba, y se le hizo que ya estaba percibiendo el dulce aroma de la paja.

Se le olvidaron sus caprichos, y ahora no solamente estaba dispuesto a seguir voluntariamente a la noble pareja, sino que se les adelantaba brincoteando alegremente, y apuraba el paso para llegar lo más rápido a Belén.

De noche casi no quería descansar, y en las mañanas, antes de que saliera el sol, ya se escuchaban sus rebuznos “Hiaaa, Hiaaa”, que significaba:
Vamos a apurarnos para llegar a Belén, para escuchar a los ángeles cantores y oler la paja dulce. No hay tiempo que perder.

Vean ustedes cómo un burrito puede cambiar de actitud cuando un día escucha bien lo que le dice un Ángel.

  

 


En las semanas antes de la Navidad, muchas familias acostumbran adornar un "rincón festivo", en el que poco a poco nace aquél paisaje en que María y San José con el burrito están en camino a Belén. En la primera semana de Adviento sólo se extienden en un tela de color café, piedras naturales, y las más bonitas de ellas forman el sendero para la Madre de Dios. En la segunda semana se añaden las plantas (musgo y piñitas o algunas macetas con palmitas); en la tercera semana los animales, en primer término los borregos pastando, y finalmente en la cuarta semana, los hombres (es decir, los pastores cuidando a sus rebaños). Mientras tanto el paisaje crece, se pueden contar las pequeñas narraciones, que por sí mismas en el curso de las cuatro semanas, progresan desde los elementos hacia los reinos de las plantas, de los animales y finalmente al hombre.

La idea de estos cuentos es leerlos entre la familia. También es recomendable usarlos en las escuelas como Calendario de Advierto, que de un cuento al otro, en diario aumento va guiando hacia la Navidad. Para los niños más pequeños se sugiere escoger alguno entre los siete cuentos de la respectiva semana, y repetir éste durante una semana a la hora de la celebración. También los niños pueden representarlo, formando un teatrillo dentro del paisaje.

Al nacer estos pequeños cuentos, surgió en mí la alegría en espera de la Navidad. Sin embargo, no sólo ha despertado ganas de contar fábulas, sino también el deseo de llevar a los niños hacia un hecho que es esperado por todo el mundo. Espero que así cada día más, despierte en ellos el sentido de que la luz de la Navidad esté aumentando, hasta que en la Noche Buena brille en todo su esplendor.

Georg Dreissig

 
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