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Imagen de la categoría  Cuento de Adviento 13 - Cómo llegó a ser apreciado el ciruelo silvestre
Jueves, 9. Diciembre 2021
 

Imagen: Natalya Yeshchenko

Imagen: Natalya Yeshchenko

 

Cómo llegó a ser apreciado el ciruelo silvestre

 

Hacía tiempo que se había terminado con la cosecha; el otoño ha pasado y el Invierno iniciado su crudeza.

Los arbustos y árboles se habían quedado pelones, sin frutas ni hojas, y anhelaban el despertar primaveral con el renacimiento de la luz, el esplendor de flores y el zumbar de abejas. También el ciruelo silvestre había perdido sus hojas, pero sus frutillas todavía se encontraban en las ramas secas: nadie las quería.

Cuando las mujeres venían a recolectar moras en otoño, sólo echaban una mirada de lado al ciruelo y seguían su camino.

Miren ese arbusto áspero y espinoso, decían, cómo protege sus frutas que aun a nadie le gustan.
¡Que se quede con ellas, al fin son amargas y no saben bien!

Así seguían las ciruelitas moradas entre las espinas, hasta que la primera helada había pasado sobre ellas.

¡Cómo le hubiera gustado al árbol brindar su fruta como lo hace la frambuesa, que a todo el mundo le encanta!

Por ello hubiera renunciado a todas sus bellas flores blancas. Pero por más que lo deseaba no servía; era un ciruelo silvestre que no daba ciruelas dulces.

Y eso tenía su sentido, porque un día María y José en su camino hacia Belén pasaron por un bosque, estaban cansados y hambrientos.

Por casualidad su mirada cayó sobre las frutillas moradas en el arbusto espinoso.

Mira José, exclamo María con alegría, el buen arbusto ha guardado sus frutas para nosotros; y sin lastimarse con las espinas, la Virgen empezó a recolectar las ciruelas.

Déjalas, no se pueden comer, contestó José; mira, nadie las ha querido cortar.

Pero María no le hizo caso.
¿Cómo quieres que tengan buen sabor si tienen que aguantar tanto tiempo aquí en el frio?
Nosotros también nos volveríamos amargos en su lugar.
Probemos, si saben más ricas llevándolas al calor
.

En la noche, les dieron posada unos amables campesinos. Se asombraron bastante al ver las frutas que María traía consigo.

¿A poco lograron arrancárselas al ciruelo silvestre?
¿Es cierto que se dejó cosechar voluntariamente?, preguntaron.

SÍ, sin ningún problema”, contestó la Virgen, no es tan agresivo como aparenta.

Entonces pidió a los campesinos agua caliente y metió las frutillas para que se les quitara todo el frío.

Al otro día les dio a José y a los campesinos un jugo rojo y brillante, que les gustó tanto, que pidieron más de él.

¡Qué bien me cae!, exclamó José, me quita el frío del cuerpo y ya no me siento tan entumecido.
María, ¿qué bebida es esta? ¿Qué es lo que has descubierto?

María respondió: Nada nuevo he inventado. Nos lo ha dado el ciruelo; nos ha regalado esta buena bebida para que ahora podamos resistir mejor el frío invernal.

Desde entonces la gente mira al ciruelo con más amabilidad, y sabe apreciar su fruta que apenas madura con la primera helada.

Y el ciruelo ahora se siente orgulloso de ser ciruelo en vez de frambuesa, y así fue capaz de conservar su fruta para la buena Virgen en su camino a Belén.

  

 


En las semanas antes de la Navidad, muchas familias acostumbran adornar un "rincón festivo", en el que poco a poco nace aquél paisaje en que María y San José con el burrito están en camino a Belén. En la primera semana de Adviento sólo se extienden en un tela de color café, piedras naturales, y las más bonitas de ellas forman el sendero para la Madre de Dios. En la segunda semana se añaden las plantas (musgo y piñitas o algunas macetas con palmitas); en la tercera semana los animales, en primer término los borregos pastando, y finalmente en la cuarta semana, los hombres (es decir, los pastores cuidando a sus rebaños). Mientras tanto el paisaje crece, se pueden contar las pequeñas narraciones, que por sí mismas en el curso de las cuatro semanas, progresan desde los elementos hacia los reinos de las plantas, de los animales y finalmente al hombre.

La idea de estos cuentos es leerlos entre la familia. También es recomendable usarlos en las escuelas como Calendario de Advierto, que de un cuento al otro, en diario aumento va guiando hacia la Navidad. Para los niños más pequeños se sugiere escoger alguno entre los siete cuentos de la respectiva semana, y repetir éste durante una semana a la hora de la celebración. También los niños pueden representarlo, formando un teatrillo dentro del paisaje.

Al nacer estos pequeños cuentos, surgió en mí la alegría en espera de la Navidad. Sin embargo, no sólo ha despertado ganas de contar fábulas, sino también el deseo de llevar a los niños hacia un hecho que es esperado por todo el mundo. Espero que así cada día más, despierte en ellos el sentido de que la luz de la Navidad esté aumentando, hasta que en la Noche Buena brille en todo su esplendor.

Georg Dreissig

 
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