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Imagen de la categoría  Cuento de Adviento 21 - Los ratones navideños
Martes, 17. Diciembre 2019
 

Imagen: Natalya Yeshchenko

Imagen: Natalya Yeshchenko

 

Los ratones navideños

 

En Belén existía un establo viejo y apolillado; en éste vivía “Remus” el toro.

En el suelo estaba regado el pasto y la paja, y en un rincón se encontraba un pesebre, del cual Remus solía comer.

Justamente en este corral iba a nacer el Niño Jesús.

Cuando el Ángel Gabriel echo una mirada a este sitio, se asustó bastante:
Dentro de tanto desorden y pobreza, el celestial Niño no puede venir al mundo.
Remus, a ver qué haces para embellecer y arreglar este lugar
.

Remus se le quedó mirando al ángel con sus grandes y redondos ojos, y apaciblemente siguió comiendo.

Para Remus, este corral se veía como siempre, y según él, podía seguir así.

¡Con qué ganas el mismo Ángel Gabriel hubiera echado mano para poner todo en orden!
Sin embargo, con sus manos formadas de luz, no era posible.

¿Quién podría ayudarle?

En este momento escuchó un fino chiflido entre la paja, y cuando se volteó para ver qué era, descubrió un pequeño ratón que le miraba desde su agujero en el rincón. El ratoncito había visto al ángel, y ahora, llamaba a sus hijitos para que también miraran la aparición celestial.

Entonces, Gabriel se dirigió a los ratoncitos y les pidió:
¿Me quieren ayudar a arreglar este establo, para que todo esté limpio y bonito cuando nazca el Niño Jesús en la Navidad?

Los ratoncitos no esperaron una segunda llamada: rápidamente salieron de su agujero, cada uno agarró un pedacito de paja con el cual desapareció, .para volver inmediatamente por el siguiente, uno tras otro; en poco tiempo todo se veía limpio y ordenado, y hasta al mismo toro Remus le gustó.

El Ángel Gabriel felicitó a los ratoncitos diciéndoles:
Por haber ayudado tan diligentemente, les doy el nombre de "Los ratoncitos navideños", y cuando nazca el Niño Jesús, serán los primeros que lo puedan ver.

Desde entonces los ratoncitos esperan ansiosamente la Navidad.

  

 


En las semanas antes de la Navidad, muchas familias acostumbran adornar un "rincón festivo", en el que poco a poco nace aquél paisaje en que María y San José con el burrito están en camino a Belén. En la primera semana de Adviento sólo se extienden en un tela de color café, piedras naturales, y las más bonitas de ellas forman el sendero para la Madre de Dios. En la segunda semana se añaden las plantas (musgo y piñitas o algunas macetas con palmitas); en la tercera semana los animales, en primer término los borregos pastando, y finalmente en la cuarta semana, los hombres (es decir, los pastores cuidando a sus rebaños). Mientras tanto el paisaje crece, se pueden contar las pequeñas narraciones, que por sí mismas en el curso de las cuatro semanas, progresan desde los elementos hacia los reinos de las plantas, de los animales y finalmente al hombre.

La idea de estos cuentos es leerlos entre la familia. También es recomendable usarlos en las escuelas como Calendario de Advierto, que de un cuento al otro, en diario aumento va guiando hacia la Navidad. Para los niños más pequeños se sugiere escoger alguno entre los siete cuentos de la respectiva semana, y repetir éste durante una semana a la hora de la celebración. También los niños pueden representarlo, formando un teatrillo dentro del paisaje.

Al nacer estos pequeños cuentos, surgió en mí la alegría en espera de la Navidad. Sin embargo, no sólo ha despertado ganas de contar fábulas, sino también el deseo de llevar a los niños hacia un hecho que es esperado por todo el mundo. Espero que así cada día más, despierte en ellos el sentido de que la luz de la Navidad esté aumentando, hasta que en la Noche Buena brille en todo su esplendor.

Georg Dreissig

 
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