En este día, un segundo ángel desciende del cielo;
va vestido con una gran capa roja
y lleva en la mano izquierda una gran canasta, toda de oro.
La canasta está vacía y él anhela llenarla
para luego llevarla rebosante ante el trono de Dios,
pero, ¿qué ha de poner en ella?
La canasta es muy fina y delicada, pues está hecha con rayos de sol;
por lo que no ha de llenarse con cosas duras y pesadas.
El ángel pasa por sobre toda la tierra y, muy discretamente,
busca en todas las casas.
¿Qué busca?
Y ese amor lo guarda bajo su capa y lo lleva hacia el cielo.
Y allá, aquellos que habitan el cielo,
los ángeles y también los hombres que murieron en la tierra,
toman ese amor y hacen de él la luz para las estrellas.
Soline y Pierre Lienhard