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Imagen de la categoría  Cuento de Adviento 12 - Los pinos
Domingo, 8. Diciembre 2019
 

Imagen: Natalya Yeshchenko

Imagen: Natalya Yeshchenko

 

Los pinos

 

Cuando Dios Padre creó los árboles, les dio raíces para arraigarse profundamente en la tierra; y al mismo tiempo ramas, que se elevaban hacia el cielo.

Porque realmente de allá habían descendido, y no debían olvidar su verdadero origen.

Desde entonces los árboles estiran sus ramas hacia las alturas, en oración silenciosa, constante y en memoria a su Creador.

Así también lo hizo el pino, y cuando levantaba sus amplias ramas, sobresalía de los demás árboles.

El hecho, de que hoy ya no es así, tiene la siguiente razón:

Nuevamente la Virgen María y José no habían encontrado posada en la noche, porque estaban lejos de cualquier población.

Por eso, tenían que acostarse en medio de un bosque de altos y esbeltos pinos, para ahí pernoctar.

Pero el viento y el frío los acosaron demasiado hasta que comenzó a nevar; primero suavemente y después con más fuerza.

María, en su miseria, se dirigió al pino más cercano y, acariciando con su suave mano el tronco del árbol, le pidió:
Perdona que interrumpa tu oración silenciosa que estás enviando hacia nuestro Padre.
Pero mira, Dios mismo se ha dirigido a la Tierra: llevo a su Hijo bajo mi corazón y Él necesita de tu ayuda.

Apenas había pronunciado estas palabras, cuando un estremecimiento cruzó por todo el árbol, y lentamente inclinó todas sus ramas, cada vez más abajo, formando así una especie de amplio techo. Aunque el pino, igual que todos los demás árboles, había perdido sus verdes hojas en otoño, pero ahora volvieron a brotar para nunca más perderlas.

Así María y José encontraron bajo las ramas del pino un lugar protegido para la noche.

Sin embargo, el pino, por haber interrumpido su oración por la Sagrada Familia, fue honrado de una manera muy especial: ha sido escogido para llevar en la Navidad las luminosas velas sobre sus ramas, piadosamente inclinadas, y así enviar el brillo más bello hacia el hombre y hacia Dios.

  

 


En las semanas antes de la Navidad, muchas familias acostumbran adornar un "rincón festivo", en el que poco a poco nace aquél paisaje en que María y San José con el burrito están en camino a Belén. En la primera semana de Adviento sólo se extienden en un tela de color café, piedras naturales, y las más bonitas de ellas forman el sendero para la Madre de Dios. En la segunda semana se añaden las plantas (musgo y piñitas o algunas macetas con palmitas); en la tercera semana los animales, en primer término los borregos pastando, y finalmente en la cuarta semana, los hombres (es decir, los pastores cuidando a sus rebaños). Mientras tanto el paisaje crece, se pueden contar las pequeñas narraciones, que por sí mismas en el curso de las cuatro semanas, progresan desde los elementos hacia los reinos de las plantas, de los animales y finalmente al hombre.

La idea de estos cuentos es leerlos entre la familia. También es recomendable usarlos en las escuelas como Calendario de Advierto, que de un cuento al otro, en diario aumento va guiando hacia la Navidad. Para los niños más pequeños se sugiere escoger alguno entre los siete cuentos de la respectiva semana, y repetir éste durante una semana a la hora de la celebración. También los niños pueden representarlo, formando un teatrillo dentro del paisaje.

Al nacer estos pequeños cuentos, surgió en mí la alegría en espera de la Navidad. Sin embargo, no sólo ha despertado ganas de contar fábulas, sino también el deseo de llevar a los niños hacia un hecho que es esperado por todo el mundo. Espero que así cada día más, despierte en ellos el sentido de que la luz de la Navidad esté aumentando, hasta que en la Noche Buena brille en todo su esplendor.

Georg Dreissig

 
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