//cdn.optipic.io/site-102395/component/jevents/eventodetalle/129/-WE_Logo.jpg

Calendario de eventos

Imagen de la categoría  Cuento de Adviento 04 - El milagro en la fuente
Sábado, 30. Noviembre 2019
 

Imagen: Natalya Yeshchenko

Imagen: Natalya Yeshchenko

 

El milagro en la fuente

 

En aquellos tiempos, cuando María y José caminaban con su burrito hacia Belén, la gente todavía no tenía llaves de agua en su casa, y por ello tenían que salir a la fuente para acarrear el agua del pozo en un cántaro. Era la tarea de las mujeres y muchachas, que al mismo tiempo aprovechaban para charlar e intercambiar noticias y novedades.

Así, una noche, Ruth había tomado su cántaro para ir al pozo.

Al salir de la casa, notó una estrella en el cielo que brillaba tan fuerte, que su luz resplandecía sobre las demás estrellas y la luna.

Asombrada, la muchacha miraba a esta estrella y se quedó parada olvidando el tiempo y todo lo que tenía que hacer

¿Qué significaba esta estrella tan maravillosa?

Sólo cuando el frío le laceraba las manos, despertó de sus sueños y rápido corrió al pozo, donde ya no vio a nadie.

Las demás mujeres ya habían regresado a sus casas.

Rápidamente, Ruth colgó su cántaro en la cadena para dejarlo bajar al agua. Pero nuevamente se detuvo, porque el espejo del agua brillaba como si fuera de puro oro debido al reflejo de la estrella.
¡Cómo brilla y resplandece! murmuraba encantada la doncella,
qué bonito sería si la abuelita también la pudiera ver.

Pero ella se encontraba en casa sentada en su sillón, porque sus piernas se habían debilitado por la edad y ya no la soportaban.

Cuidadosamente, para no remover la superficie brillante, Ruth dejó descender su cántaro y cuando lo volvió a sacar, por tercera en la noche se volvió a asombrar: ¡el agua de dentro del cántaro también brillaba como oro! cautelosamente la joven metió el dedo en el agua y la probó: tenía el sabor de siempre.

Ruth desprendió el cántaro de la cadena y rápidamente se fue a la casa.

¡Mira abuelita! llamó cuando apenas había abierto la puerta,
¡mira lo que te traigo! y le mostró el agua que brillaba tan maravillosamente.

Mira, ha conservado la luz dorada de la estrella para que tú también la puedas ver, le explicaba la muchacha alegremente.

Pensativa, la anciana miraba el líquido áureo, y luego dijo:
¿Qué luz será esta, que ya comienza a iluminar el mundo y que hace brillar el agua?, y dirigiéndose a Ruth añadió:
y ya dentro de tus ojos ha comenzado a brillar. ¡Cuida bien esta luz!

La noticia de la dorada agua corrió por toda la aldea, y todo el mundo se apresuró a sacar un poco de esta preciada agua.

Sin embargo, por más que sacaban el agua, siempre mantuvo su brillo.

Lo conservó hasta... bueno, ¿hasta cuándo será? Hasta que el Niño Jesús haya nacido en Belén y ahora su luz empezará a iluminar el mundo. 

 


En las semanas antes de la Navidad, muchas familias acostumbran adornar un "rincón festivo", en el que poco a poco nace aquél paisaje en que María y San José con el burrito están en camino a Belén. En la primera semana de Adviento sólo se extienden en un tela de color café, piedras naturales, y las más bonitas de ellas forman el sendero para la Madre de Dios. En la segunda semana se añaden las plantas (musgo y piñitas o algunas macetas con palmitas); en la tercera semana los animales, en primer término los borregos pastando, y finalmente en la cuarta semana, los hombres (es decir, los pastores cuidando a sus rebaños). Mientras tanto el paisaje crece, se pueden contar las pequeñas narraciones, que por sí mismas en el curso de las cuatro semanas, progresan desde los elementos hacia los reinos de las plantas, de los animales y finalmente al hombre.

La idea de estos cuentos es leerlos entre la familia. También es recomendable usarlos en las escuelas como Calendario de Advierto, que de un cuento al otro, en diario aumento va guiando hacia la Navidad. Para los niños más pequeños se sugiere escoger alguno entre los siete cuentos de la respectiva semana, y repetir éste durante una semana a la hora de la celebración. También los niños pueden representarlo, formando un teatrillo dentro del paisaje.

Al nacer estos pequeños cuentos, surgió en mí la alegría en espera de la Navidad. Sin embargo, no sólo ha despertado ganas de contar fábulas, sino también el deseo de llevar a los niños hacia un hecho que es esperado por todo el mundo. Espero que así cada día más, despierte en ellos el sentido de que la luz de la Navidad esté aumentando, hasta que en la Noche Buena brille en todo su esplendor.

Georg Dreissig

 
Volver